sábado, 17 de agosto de 2019

Recuérdame


A veces me gusta recordarte e intento pensar en ti antes de dormirme. "Quizás esta noche sueñe contigo"- pienso.
Cuando consigo soñar contigo, todo se vuelve silencioso y tranquilo. Me encuentro en una playa sin nombre, con olas rompiendo en un ambiente muy cálido, donde solo estoy yo, sentada en la orilla mientras apoyo la cabeza en las rodillas, el aire se mueve entre las palmeras y siempre es atardecer. Hay una cámara lenta que me muestra los instantes que pasamos, aunque no estás, siento que me miras desde lejos. Y eso es suficiente.
De repente siento que puedo sumergirme con mis recuerdos e ir a cualquier parte, a ese primer día, a ese último o al más feliz. Llevaba mucho tiempo sin verte, pero sigues siendo el mismo.
Cuando te veo estoy yo contigo, siempre estás sonriendo, o cansado, pero feliz. Cuando la miras no dices nada pero siempre te ríes, le acaricias la cara y te quedas cerca como si pudieras oírla. Tu forma de abrazar la hace sentir que no hay nada en el mundo más fuerte que eso. Tus ojos están siempre en los suyos, en sus comisuras, en sus pestañas, en sus manos.
Sé que la quieres cuidar como si pudiera romperse en un segundo.
 ¿Cuántas veces habrás deseado quedarte allí hasta hacerte viejo? Si alguien pudiera devolverte ese momento, ¿volverías?
Cuando he conseguido soñar contigo, la peor parte del sueño es aceptar una realidad distinta. Una realidad en la que siempre despierto de golpe, con un algo de lágrima y un mucho de pena. Siempre hace frío aquí dentro, porque te fuiste con la playa contigo.
Sin playa no hay olas, ni atardecer, ni ninguna sensación cálida que me toque la piel. Cuando despierto estoy en algún lugar de Alaska, encima de una montaña que nadie conoce, al lado de un río lleno de agua que no corre. Allí también hay silencio, pero no tiene el mismo significado. Los dedos se entumecen, los labios siempre están cortados. Y me rodea un enorme bosque al que nunca entro porque me da miedo sentir que estoy aún más perdida. 
Sólo me mantiene una sopa que no me sabe, un fuego casi en cenizas y algo de instinto al dormirme pensando: "Quizás esta noche sueñe contigo"

Por favor, volvamos allí, a donde te quise tanto que morí por ti. Yo volvería a morir 12 veces contigo.

CELOS

         

Te he separado de mí. No sé cuantos días llevas fuera, ni siquiera noté cuando te fuiste, -o cuánto-. 
Es una realidad para mí tener que vivir de aquello que recuerdo mientras formo parte de un presente que me exige las fuerzas.

Tengo un nudo en la garganta que intento resolver a gritos, pero solo emito voces mudas.
Se escapa el aire entre los recovecos de mi cuello, que sale vigorosamente, porque dentro la rabia ocupa todos los huecos. 

A veces te oigo en mi mente reclamando un tiempo que no tengo, 
como si supieras que yo te seguiré esperando. Siempre dices que vienes, pero nunca regresas. 
Y cada vez que te oigo me queda menos aire. 

 Vuelvo a ti, dilo tres veces.

Yo sigo inmóvil en este barco que nunca zarpa, veo como se aleja de la orilla y me quedo en medio de ninguna parte. 
A la deriva.
Mientras el mundo va con prisas yo vivo encerrada en el mismo momento, como un bucle sin intenciones de terminar. 
Pero de esta cárcel nunca se sale.

Muchas noches tu ausencia me atormenta y sólo me consuela sentarme a los pies de la cama y quedarme mirando a las estrellas. En ellas siento que dejaste un poco de paz para mi, por eso cada vez que las miro intento decirles cuánto te debo, 
pero tengo un reloj atravesado en el pecho.

Me gustaría ser como esos pájaros de verano, que emigran por instinto, huyendo de un invierno frío por supervivencia. Ellos aceptan que los tiempos cambian, 
aceptan irse aunque no sepan si les espera algo mejor.

El sol se sigue poniendo cada día y a mi, me duele un poco mas cada vez que veo un atardecer sin ti.

Nosotros no hemos roto, el amor no se rompe, sólo está muy lejos. Pero aunque algún día a mi me toque irme, tú viajarás conmigo. Y te he separado de mí.

Yo siempre te escribo y te recuerdo. Del corazón habla la boca. Y mi corazón rebosa de ti.

Tengo un dolor en el pecho que no se irá hasta que vuelvas, pero prefiero verte volver sin que sepas cómo enfermo, prefiero que tu corazón también rebose 
y que vuelvas sin haberte llamado.