Como puede ser que dos personas desconocidas se
encuentren, justo en un día cualquiera y sin tener previsto con anterioridad el
mas mínimo desastre, la verdad es que no había nada que perder, o que les
hiciera perder. Se limitaron a tener un poco de cortesía, junto con otra buena
parte de curiosidad y una pizca de picardía. Podría parecer extraño que se
vieran por primera vez, se saluden y sientan cada uno al mismo tiempo y por
separado lo mismo que siente el otro. Ella con sentimientos encontrados, entre
el despecho y la necesidad constante de cariño, entre el miedo y la valentía, a
veces con el rabo entre las piernas y otras, la mayoría, a punto de alcanzar el
cielo. Sin saber que ese mismo día estaba un paso más cerca de tocarlo,
exactamente a medio metro y rozándole la mano en cada paso en falso
intencionado. Y aun con dudas sobre si apartarse la mejor opción siempre fue
dejarse llevar, la mejor manera de liberar sus mariposas. "Quizás no le
gusten mis labios rojos", pensó. Y se rozó los labios con la mano y
sonriendo, como si estuviera atenta de lo que su cielo le decía mientras
intentaba que su prisa por quitarse la superficialidad no se notara. Debía
formular una pregunta rápido y lo bastante interesante como para hacer creer
que su punto de atención era otro a parte de sus ojos, lo que no había visto
nunca, cosas intensas, parecidas a un mar enfurecido o a un silencio perturbador,
tenía la ternura en los ojos. Se sintió sorprendida sabiendo llevar su
observación junto con la escucha desenfrenada. Escuchó los sueños de alguien
desconocido sin cansarse lo más mínimo, deseando que siguiera para saber sus
metas, sus inquietudes, su día a día, su color favorito, o su deporte... ¡como
no! Ella vio su interior y lo más profundo de alguien que se deja ver, y eso es
lo más bonito que le puedes ofrecer a alguien, la confianza absoluta que pones
en ella contándole las caídas que sufriste, abriendo tu corazón a quien no
conoces se demuestra más valentía que saltando desde un avión o desde cualquier
parte, dándole la libertad de hacer lo que quiera con ello. Entonces fue cuando
se sintió la chica más afortunada del mundo. Y se dio cuenta de que el amor
puede ser lo peor que te pueda pasar, y también lo mejor. Que puede hacerte ser
la persona que te gusta ser y también puede convertirte en alguien a quien
odias. Puede romper barreras o construirlas, puede hacer perder el miedo, la noción del tiempo, puede hacerte daño o hacerte
bien, puede ser tu ruina, destruirte, y después crearte de nuevo.